Notícies des de Benilloba del nostre tio: L'últim dels grans bandolers romàntics del Comtat, El Manco Calderón! (dic lo de romàntic perquè en l´actualitat tenim a les empreses de telefonia o la banca que segueixen en el gremi, encara que canviant carabina i trabuc per la lletra menuda i l´estilogràfica)
No son poques les històries que ens han contat del oncle de la nostra besàvia, mai tantes com volguérem també es cert, però aquestes arribades des de Benilloba són totalment novedosses: La història d'aquest bandoler conegut en tot el Comtat cambia, es transforma contada pels veïns de Benilloba, com si d'una llegenda es tractara.
Però el manco Calderon no va ser cap llegenda, pot ser s'haja convertit en ella, però va existir, ja ho crec que va existir, …i sinó que li ho pregunten als familiars de qualsevol dels que es van creuar pel seu camí. I bona prova d'açò és el relat d'aquesta dona de Benilloba que em trobat recentment al youtube:
...ja estem nosaltres buscant eixa cova on diu que s'amagava!jeje
Esperant tindre més temps en un altre moment per seguir indagant en la figura d´aquest personatge, tancarem aquest escritet amb una última anècdota que hem trobat a la xarxa i que descriu el caracter d´aquest contrabandiste del Comtat i també, perquè no, la imatge que d´ell han anat fent a les terres on va practicar el robatori i el pillatge, molt ajustada aquesta a l´ideal romàntic del bandoler. Es un extracte del relat de Don Miguel Pascual Mira (l´autor del llibre Hora Robadas) i que va ser publicat al periodic Ciudad el Diumenge 6 de Decembre de 2009, i posteriorment al lloc web amic Alicante Vivo d´on ho hem llegit:
EXTRACTE DEL RELAT “MILICIANOS” DE DON MIGUEL PASCUAL MIRA
Publicat al periodic CIUDAD el Diumenge 6 de Decembre de 2009
“-Venga padre… cuéntame el cuento del manco Calderón – dice Francisco, quien intuye lo que le pasa a su madre. En el fondo el niño ya siente celos.
- Bien escuchad… En la Sierra Aitana, muy crezca de aquí, tenía su escondrijo el manco Calderón. El bandido se dedicaba a atacar a los carruajes, robando a los viajeros, e incluso matando a algunos. Todos le tenían miedo, pero sobre todo los ricos, a los que gustaba de insultar después de robarles, haciéndoles ir a gatas por la sierra.
Como daban dinero a quien lo capturara, todos los pueblos, en verano, organizaban partidas de hombres a caballo, pero él se escondía muy bien en lo más alto de la Aitana.
Mi padre, vuestro abuelo, y yo lo vimos una vez.
- ¿Y qué hicisteis? ¿Te asustaste? – interrumpe María expectante.
- Pues claro, aunque vuestro abuelo se asustó más. Yo tendría sólo diez años. Iban tres a caballo, dos quedaron detrás, se acercó él, y le preguntó al abuelo si teníamos comida. El abuelo le dio medio saco de almendras que estábamos recogiendo y el saco de nuestra comida. Se marchó pero luego volvió, se me quedó mirando y me preguntó: ¿Cómo te llamas? Yo le contesté, Vicente. Entonces me dijo: - “Toma, no olvides nunca que el manco Calderón no roba comida a un niño” dejando caer la bolsa de la comida a mis pies. Después, agachándose desde el caballo, me mandó acercarme, me dio un terrón de azúcar y se fue. Cuando ya se había ido, el abuelo lo maldecía porque se había quedado con la bota de vino. – Vicente no puede recordar una carcajada al recordar a su padre irritado por la bota de vino.
- ¿Iremos un día a ver si lo vemos? – De nuevo irrumpe María.
- Eso ya no es posible. El año pasado lo cogió la Guardia Civil, lo juzgaron y lo mataron en la plaza de Cocentaina.
- ¿Y es verdad qué le faltaba un dedo en la mano? – Preguntó Francisco.
- Sí, yo le vi la mano, dicen que eso se lo hizo…”
Emboscada a unos bandoleros en la cueva del Gato.
Autor: Manuel Barrón y Carrillo.
Museo de Bellas Artes de Sevilla.
.